17 de noviembre de 2007

La Carta a María de Pérez Reverte

Por aquellos años yo me llamaba María, tenía menos de catorce años y preguntaba cosas para las que no había respuesta. Y no es que fuese yo una incómoda niña adelantada a mi edad, una niña de esas de preguntas incómodas... pero, preguntaba cosas sin respuesta. Casi como ahora sino que ahora me ahorro alzar la voz y me quedo con la inrtriga porque total...nadie va a contestarme.

El caso es que aquel día, aquel hombre calvo que nosdaba plástica de once a doce nos mandó traer de casa una revista para recortar imágenes de colores. Buscando colores estaba yo, entretenida en mi tarea cuando me lo encontré: CARTA A MARÍA decía el artículo, y sonreí porque vi mi nombre y porque quise leer la primera frase a ver si decía algo que tenía que ver conmigo. Y dejé la tijera azul en la mesa y me acerqué más a aquel papel “Tienes catorce años y preguntas cosas para las que no tengo respuesta. Entre otras cosas porque casi nunca hay respuestas para todo”. Así me habló Pérez Reverte a mis años. Así de duro. Y continúo "...yo sólo puedo escribirte que no hay varitas mágicas ni ábrete sésamos...”

Y yo, que entonces vivía en un castillo y tenía una corona para mi sola, yo que siempre había sido princesa...me convertí a la república. Pérez Reverte me escribió el prólogo del libro que todavía no he empezado: la vida. Si tienen tiempo, lean el artículo completo que adjunto abajo, si no lo tienen, búsquenlo porque no tiene desperdicio. Literatura, arte, historia, idiomas, viajes ...todo lo que le queda a cualquier María de catorce años por vivir.

El recorte ha viajado y me ha acompañado en todos mis pisos de estudiante, primero estuvo en un corcho con chinchetas, luego debajo del cristal de mi escritorio, otra vez en una pared y ahora quiero compartirlo. Aunque no puedo elegir ni quedarme con ninguna parte en concreto porque ya es como de la familia, hay algo que es la clave de todo el texto y que resume lo que quiso decirle a aquella María "...de lo que sí estoy seguro es de que no hay mejor vacuna que el conocimiento (...)no soluciona casi nada pero ayuda a comprender, a asumir, sin caer en el embrutecimiento, o en la resignación."


Es sólo eso, si nadie va a contestarnos nunca, que alguien o algo no ayude al menos a comprender...


CARTA A MARÍA

Arturo Pérez-Reverte

Tienes catorce años y preguntas cosas para las que no tengo respuesta. Entre otras razones, porque nunca hay respuestas para todo. Y además, he pasado la vida echando la pota mientras oía a demasiados apóstoles de vía estrecha, visionarios y sinvergüenzas que decían tener la verdad sentada en el hombro. Yo sólo puedo escribirte que no hay varitas mágicas, ni ábrete sésamos. Esos son cuentos chinos. De lo que sí estoy seguro es de que no hay mejor vacuna que el conocimiento. Me refiero a la cultura, en el sentido amplio y generoso del término: no soluciona casi nada, pero ayuda a comprender, a asumir, sin caer en el embrutecimiento, o en la resignación. Con ello quiero sugerirte que leas, que viajes, y que mires. Fíjate bien. Eres el último eslabón de una cadena maravillosa que tiene diez mil años de historia; de una cultura originalmente mediterránea que arranca de la Biblia, Egipto y la Grecia clásica, que luego se hace romana y fertiliza al occidente que hoy llamamos Europa. Una cultura que se mezcla con otras a medida que se extiende, que se impregna de Islam hasta florecer en la latinidad cristiana medieval y el Renacimiento, y luego viaja a América en naves españolas para retornar enriquecida por ese nuevo y vigoroso mestizaje, antes de volverse Ilustración, o fiesta de las ideas, y ochocentismo de revoluciones y esperanzas. 0 sea, que no naciste ayer. Para conocerte, para comprender, lee al menos lo básico. Estudia la Mitología, y también a Homero, y a Virgilio, y las historias del mundo antiguo que sentó las bases políticas e intelectuales de éste. Conoce al menos el alfabeto griego y un vocabulario básico. Estudia latín si puedes, aunque sólo sea un año o dos, para tener la base, la madre, del universo en que te mueves. Da igual que te gusten las ciencias: ten presente -como siempre recuerda Pepe Perona, mi amigo el maestro de Gramática-, que Newton escribió en latín sus Principia Mathematica, y que hasta Descartes toda la ciencia europea se escribió en esa lengua. Debes hablar inglés y francés por lo menos, chapurrear un poco de italiano, y que el estudio del gallego, del euskera, del catalán, que tal vez sean tus hermosas y necesarias lenguas maternas, no te impida nunca dominar a la perfección ese eficaz y bellísimo instrumento al que aquí llamamos castellano y en todo el mundo, América incluida, conocen como español. Para ello, lee como mínimo a Quevedo y a Cervantes, échale un vistazo al teatro y la poesía M siglo de Oro, conoce a Moratín, que era madrileño, a Galdós, que era canario, a Valle-Inclán, que era gallego, a Pío Baroja, que era vasco. Rastrea sus textos y encontrarás etimologías, aportaciones de todas las lenguas españolas además de las clásicas y semíticas. Con algunos de ellos también aprenderás fácilmente Historia, y eso te llevará a Polibio, Herodoto, Suetonio, Tácito, Muntaner, Moncada, Bernal Díaz del Castillo, Gibbon, Menéndez Pida¡, Elliot, Fernández Álvarez, Kamen y a tantos otros. Ponlos a todos en buena compañía con Dante, Shakespeare, Voltaire, Dickens, Stendhal, Dostoievski, Tolstoi, Melville, Mann. No olvides el Nuevo Testamento, y recuerda que en el principio fue la Biblia, y que toda la historia de la Filosofía no es, en cierto modo, sino notas a pie de página a las obras de Platón y Aristóteles. Viaja, y hazlo con esos libros en la intención, en la memoria y en la mochila. Verás qué pocos fanatismos e ignorancias de pueblo y cabra de campanario sobreviven a una visita paciente a El Escorial, a una mañana en el museo del Prado, a un paseo por los barrios viejos de Sevilla, a una cerveza bajo el acueducto de Segovia. Llégate a la Costa de la Muerte y mira morir el sol como lo veían los antiguos celtas del Finis Terrae. Tapea en el casco viejo de San Sebastián mientras consideras la posibilidad de que parte del castellano pudo nacer del intento vasco por hablar latín. Observa desde las ruinas romanas de Tarragona el mar por el que vinieron las legiones y los dioses, intuye en Extremadura por qué sus hombres se fueron a conquistar América, sigue al Cid desde la catedral de Burgos a las murallas de Valencia, a los moriscos y sefardíes en su triste y dilatado exilio. En Granada, Córdoba, Melilla, convéncete de que el moro de la patera nunca será extranjero para ti. Y sitúa todo eso en un marco general, que también es tuyo, visitando el Coliseo de Roma, la catedral de Estrasburgo, Lisboa, el Vaticano, el monte San Michel. Tómate un café en Viena y en París, mira los museos de Londres, descubre una etimología almogávar en el bazar de Estambul o una palabra hispana en un restaurante de Nueva York, lee a Borges en la Recoleta de Buenos Aires, sube a las pirámides de Egipto y a las mejicanas de Teotihuacan. Si haces todo eso -o al menos sueñas con hacerlo-, conocerás la única patria que de verdad vale la pena.

4 comentarios:

Ezequiel García dijo...

Se le olvida a Pérez Reverte algo esencial para esa vacuna de la que habla: es la cultura de la calle, esa que se ve en nuestros abuelos, en los campesinos, en aquellos que cambiaron el libro por una hoz o una pala... porque no tenían pan que llevarse a la boca. A veces esas personas, esas que algunos de fuera de nuestra tierra llaman la Andalucía profunda, contribuyeron a la cultura y a nuestra manera de vivir con su sudor, que también emanaba de su cabeza, aunque no fueran teoremas ni 'Principa Mathematica'. Porque todas esas personas son muy sabias, tanto como Newton. Si el último nos dio la luz, los primeros supieron a vivir sin ella y sacar adelante sus familias...

Un beso desde Carmona.
Ezequiel

PD: Y que conste que yo estudié dos años de latín, y otros dos de griego clásico...

María Arriaza dijo...

Sí, es cierto. Se le olvida contar con lo bueno de hablar horas con la abuela, se le pasa comentar la fuerza del pueblo,la voz del flamenco, las letras de los fandangos...

Pero refuerza la idea de la necesiadad de prepararse para vivir, porque "ayuda a comprender sin caer en el embrutecimiento o en la resignación". Porque puede que tú en Carmona o yo en Barbate estuviesemos por aquellos años sometidos, resignados ante la vara de un cacique. Puede que yo, me pasara el día con un delantal dándole de comer a tres niños cabezones y a un pepe cualquiera. Pero no... los dos, estamos formándonos.

Porque la formación hace a los seres más libres y porque yo sé que tú crees en la libertad,tenemos suerte de no morir "con los ojitos cerraos" -como diría mi abuela-.

Un bezito!

EsSa dijo...

Me ha gustado la carta y los consejos de Pérez Reverte. El que da Ezequiel también muy valioso.

¿Se puede saber qué cosas le preguntaste?

Un saludo de otra periodista.

Estrella Serna dijo...

Pues yo, no pongo posdata de mis "saberes" porque "sólo sé que no sé nada"como diría aquel a quien estudie alla por segundo de Bachillerato. Tampoco sé de versos como mi Mery ni Martita, pero lo sí que he aprendido aquello del todo vale".
Una persona se forma con el estudio de su lengua (Ay Elena!!!), con Notting Hill en el objetivo y con la pirámide del Louvre bajo sus pies. Pero siempre teniendo en Córdoba y Cádiz su corazón y sintiendo un pellizco cuando ve las fotos de una noche cualquier bajo el calor de una mesa camilla divinas de la muerte a las cuatro de la mañana.Y aún así, vuelvo a decir "que no sé nada, que soy una ignorante y que me queda por descubrir el mismo mundo que a la "María" del artículo de la clase de plástica.
Las raices siempre quedan pero vivendo en esta Aldea Global, un poquito de culturilla general, s´il vous plaît...
En mundo cambia y, aunque la Iglesia quede en el "tropecientos quince"los humanitos de a pie debemos subirnos al tren del tiempo y comprar un billete para la última estación, pasándonos por cada bagón a recogeros.
¿Y que queda de todo eso? A parte de unas ganas infinitas por no dejar de aprender jamás porque señores periodistas, meteos en la cabeza que muchos años tras las ondas, la tinta o los focos no dan sabiduría sino "tablas", que ya lo decía mi "seño" del "cole": "todo está en los libros". Que nos creemos la Encarta por haber leido tres libros y haber hecho cuatro entrevistas y no somos más que el "Wikipedia" lleno de "yoismos" y egos elevados... Humildad y estudio, please.
Que no por mucho publicar amanece uno lleno de conocimiento. Que estudiado la noche antes del exámen no se llega a ser Pérez Reverte...
Tradición y estudio y lenguas y viajes. Y humildad mon Dieu!!!
Mery te quiero taco, pedazo de blog tiene la peque. Que te echos de menos...